Heinrich Schliemann tuvo noticia de Homero, la Ilíada y Troya siendo aún niño, y no dudó en dedicar su vida a identificarla sobre la leyenda y el mito, a desenterrarla.Troya no tuvo suficiente con dejarnos un futuro de misterio, pasmo y polémicas
Uno de los momentos que yo quiero que destaquen en mi vida es el de mi visita a Troya. Era julio de1988 y aunque ya había visitado, Palmira y Babilonia, ambas dos años antes, en diferentes circunstancias y con sensaciones bien distintas, era Troya la que yo quería hollar, pensar, sentir y respirar. Llegan en estos días noticias de una exposición abierta en Londres, Troy, mith and reality, destacando de ella que pone en duda la historicidad de la famosa guerra de los troyanos con los aqueos, aprovechando, de paso, para cuestionar al poeta de la Iliada, que si Homero sí, que si Homero no, ya que entre la destrucción de Troya (cifrada en 1188 a. C.) y la redacción del singular poema transcurrieron cuatro siglos, así que vaya usted a saber. Pues, bueno, me digo, los libros bíblicos “históricos” (el Pentateuco) fueron escritos deprisa y corriendo en el sigo VII a. C. y pretendían aludir a “hechos” de más de mil años antes, mucho más fantásticos que los de Troya, y hay que ver qué éxito han tenido.Así que tengamos la fiesta/guerra en paz, y sigo. Se juntaban en esos años mi doble condición de consultor para el Plan de Acción del Mediterráneo y el de editor de Actualidad Árabe, de tal manera que ni salía ni quería salir del mundo árabe-mediterráneo en el que tan cómodo me he sentido siempre. Participaba en un curso sobre “Gestión integral de zonas costeras” en Izmir, Turquía, y a mi regreso, desde Estambul, viajé en bus a esas ruinas en autobús y cruzando los Dardanelos en los velocísimos barquillos –poco más que fuera-bordas– que llevan, en pocos minutos, de la orilla europea a la asiática. En el camino, hacia Gelibolu (Gallipoli) me interesó una poderosa fortaleza, construida cuando la Compañía catalana se enseñoreaba y asolaba estas tierras del debilísimo Imperio bizantino, y el espeluznante monumento que recuerda la espantosa matanza que tuvo aquí lugar cuando los franco-británicos, en 1915, quisieron abrirse paso hacia Estambul por el empeño de Churchill, ministro del Almirantazgo, con el resultado de unos cien mil muertos, repartidos casi por igual entre el bando aliado y el turco (que hizo fracasar la expedición).
Schliemann afirmó haber descubierto el tesoro el 14 de junio de 1873, un día antes de su partida. Sin embargo, el estudio de los diarios y materiales de prensa de Schliemann muestra que ni él ni su esposa pudieron estar en Gissarlyk en el momento del descubrimiento. Sofía vivía en París y las excavaciones habían sido completadas para entonces.Lo más importante es que una comisión internacional de arqueólogos examinó los objetos y determinó que la mayoría de ellos habían sido creados utilizando instrumentos muy ópticas poderosas. El reexamen realizado por los científicos en 1994 confirmó las conclusiones de sus predecesores. Así que el tesoro del Príamo es una falsificación reciente.Se especula incluso que todo esto se hizo en los talleres parisinos, así que para llevarlos a Turquía, al lugar de la excavación Shliman no tenía ningún sentido: es más fácil decir que envió a los trabajadores, y el tesoro trajo a su esposa. Sin embargo, los científicos estaban encima de él, y al final, al no poder vender el tesoro, Shliman se lo da a la ciudad de Berlín.Sin embargo, lo más interesante no es el oro, sino la personalidad de Schliemann y las metas que se ha propuesto. El hecho de que el hijo del pastor alemán Shliman sobreviviera milagrosamente al naufragio en la costa de América, y por lo tanto, los papeles con este nombre fueran restaurados allí, lejos de su comisaría de policía. Y volvió no a casa después de vagar, sino a Holanda, y allí de repente resultó que conocía muy bien el ruso - aprendió de pasada.Con este repentino conocimiento de la lengua rusa y los documentos "restaurados en Sudamérica" Heinrich Schliemann logra todo en Rusia: la posición de pólvora durante la guerra ruso-turca, la presidencia del director del Banco Imperial e incluso el título de ciudadano honorario de San Petersburgo. La pista para el despegue es simple: en ese momento estaba prohibido suministrar el principal componente de la pólvora - el salitre - a Rusia, y el hijo del pastor alemán Heinrich Schlimann actuó como una "puerta trasera", comprando salitre como si fuera para él. Es la típica cara falsa.Está claro que llegó el momento, y el dinero ganado con el suministro de nitrato y pólvora para la guerra contra Turquía, como si por orden se invirtiera en una importante falsificación arqueológica en la misma Turquía.Era extremadamente peligroso para Turquía tener a Troya en su tierra, un santuario cultural de Grecia, que tiene relaciones tradicionalmente tensas con Turquía. El tesoro de Príamo podría haberse convertido en otra herramienta en manos de diplomáticos, y la propia Turquía, con el nivel de ciencia, nunca podría probar que el tesoro había sido falsificado.