Se ha hecho público que la organización ecologista más grande del mundo, la
World Wide Fund for Nature (WWF), utiliza practicas terroristas para mantener bajo su dominio reservas naturales. En tres continentes utilizó su poder político y económico para traficar armas que serían entregadas a bandas paramilitares encargadas de someter a la población nativa. Excusándose en la protección a la naturaleza, se cometieron crímenes que van desde desplazamientos forzados, ejecuciones, violaciones sexuales hasta secuestros. Las poblaciones indígenas enfrentaron las atrocidades de la WWF por años. Hasta ahora se hace público el terror que hay detrás del ecologismo ciudadanista.
No se crea que la WWF es la única ONG con funesto historial, para nada. La estrategia de las ONGs es imponer un ciudadanismo funcional al gran Capital y a la estructura de poder. Cómo no recordar lo sucedido en el Bosque Boreal de Canadá, la región boscosa más extensa del planeta:
En el año de 2010, naciones indígenas y ecologistas radicales se sublevan contra la devastación realizada por corporaciones madereras. Por meses se enfrentan a las fuerzas represivas y frenan la destrucción del bosque. Las ONGs (Greenpeace, Sierra Vista, y muchas más) recuperan el movimiento y pactan un acuerdo con las madereras en el que ceden la mayor parte del territorio indígena a la explotación forestal. Luego de la traición, los ejecutivos de Greenpeace se incorporan a la dirección de las mismas empresas madereras, como pago a sus servicios.
La estrategia de las ONGs es contener la acción directa a través de la representación, de modo que se elimina la autogestión sustituyéndola por la delegación ciudadanista. Estas agrupaciones realizan una enorme labor a favor del orden hegemónico.
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